miércoles, 31 de diciembre de 2014

REFLEXIÓN SOBRE EL CONTEXTO ACTUAL DE LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA

Desde mi personal punto de vista como alumna casi toda mi vida y como educadora de museos durante siete años, empiezo en estos momentos, a aprender cómo se deberían enseñar las artes visuales. Como alumna, me daba cuenta de los modelos que no quería seguir y rechazaba el tipo de profesor que no quería ser (casi todos los profesores que he tenido en mi vida). Ahora, como alumna del máster de secundaria, empiezo a poder poner palabras a esos pensamientos que era difícil verbalizar. Como educadora de museos, la intuición y el buen juicio de mis compañeros y superiores hicieron que supiera por qué camino quería ir y que pudiera desarrollar mi práctica de la manera más digna que supe. También es ahora cuando empiezo a poder sostener con teorías educativas las experiencias artísticas prácticas con visitantes de todas las edades en el museo.
A mi entender, en general, las teorías pedagógicas dicen lo que no hay que hacer en educación artística, pero no lo que hay que hacer.
La percepción que yo tengo es que el contexto español de la educación artística (escuelas, institutos, universidades, museos, etc.), al igual como el europeo en general, está influenciado por el contexto americano basado en el sistema empresarial y militar y con el objetivo de crear un tipo concreto de persona, los futuros trabajadores sumisos y compradores compulsivos. Se favorece la transmisión oral de los conocimientos y la repetición a través de lecciones magistrales sin imágenes. No se proponen trabajos en grupo ni debates críticos. En clase hay que atender y callar. No se favorece el uso de las TIC (que se deberían usar como un medio, no como un fin en sí mismas). Tampoco se fomenta el pensamiento divergente ni la inventiva ni la creatividad y los alumnos no son capaces de generar conocimiento propio y están aletargados.
Los tres factores que operan en la educación artística son los estudiantes, los profesores y las instituciones educativas.
Entre los estudiantes existe un alto fracaso escolar y alta exposición a los medios de comunicación de masas. La televisión es el principal agente educativo. Los alumnos acaban educados por los medios; se aburren en los contextos educativos; la brillantez del mundo visual ensombrece el mundo del aula. Tampoco las asignaturas de dibujo o plástica aportan nada sugerente que despierte a los estudiantes.
Los profesores son profesionales sin motivación y sin formación específica en educación. Un alto porcentaje accede a su puesto sin interesarle demasiado la educación y se limita a repetir los modelos que conoce o que ha padecido, y muchos artistas frustrados acaban de profesores. Es una profesión bastante feminizada debido a los bajos sueldos y a la escasa estimación profesional. La gran mayoría de profesores “se formaron” con el CAP: un curso casi “no presencial” sin contenido ni evaluación (yo misma cursé el CAP y ahora, cursando el máster en profesorado de secundaria me doy cuenta de que no todo está perdido y veo que las cosas se van enderezando poco a poco). La formación del profesorado universitario es inexistente y la formación continua precaria. A los pocos años de práctica docente, los profesores están hartos, cansados, deprimidos y descorazonados. Y esta desazón repercute en su práctica cotidiana, que se acomete con desgana e incluso con enfado en muchas ocasiones. Es una carrera en solitario donde cada uno hace lo que puede y en el ámbito universitario, por ejemplo, lo que quiere.
Por último, las instituciones educativas se han quedado obsoletas, medio muertas, apagadas, si es que algún día estuvieron vivas y fueron modernas. Creo que no.
Por otra parte, la educación en sí está marginada. La gente identifica la educación artística con trabajar solo con niños, una labor desprestigiada en la sociedad. Lo que mola es ser artista de renombre, ganar dinero y ser famoso, viajar y exponer en medio mundo.
Lo de dar clase en una escuela o en un instituto se ve como algo aburrido; una jungla en la que hay que lidiar con niños o adolescentes asalvajados sin ningún interés en lo que les vas a contar. Y todo empeora cuando se trata de las artes visuales. Cuando toca dibujo no hay que hacer nada. No hay que estudiar, ya que dibujar no es un proceso intelectual. No hay deberes; es una asignatura maría y no cuenta la nota que se saca en ella. Se hacen cosas con las manos, pero sin pensar. Es un pasatiempo donde se realizan una serie de trabajos manuales. En el mejor de los casos, la educación artística es considerada como un conjunto de experiencias agradables y divertidas, pero poco útiles. Los productos que se obtienen son bonitos, decorativos y en los colegios sirven para que los niños se los regalen a los padres en fechas señaladas.
Las artes visuales se deberían enseñar como una asignatura considerada al mismo nivel que cualquier otra, a partir de unidades didácticas que cubran los contenidos básicos: creación-producción, crítica, historia del arte y estética. La educación artística no debería estar únicamente dirigida a producir, sino a interpretar imágenes visuales con espíritu crítico.
Los docentes deberían ayudar a los alumnos a desarrollar habilidades que les permitan comprender y apreciar el arte. Esto implica un conocimiento de las teorías y concepciones del arte y la habilidad para crearlo. Todo ello iría dirigido a despertar el espíritu crítico y el pensamiento divergente. Es necesario que los alumnos aprendan a ver como observadores autosuficientes y que los profesores enseñen a mirar. Es importante que docentes y alumnos tengan la mente abierta ante cualquier experiencia artística provenga del contexto cultural del que provenga, es decir, que desarrollen un hábito de relativismo intelectual útil para enfrentarse a la vida.
Para ser positiva, creo que algo se está moviendo y desde la formación que recibimos los licenciados en el máster en profesor de secundaria para poder ser profesores, con buena voluntad, mucho esfuerzo y una formación permanente y continuada, se pueden cambiar las cosas.

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