La pedagogía constructivista defiende
la necesidad de entregar al alumno una serie de herramientas y
estrategias que le permitan generar sus propios procedimientos (los
denominan andamiajes) para resolver problemas. Esto implicará que
sus ideas se vayan modificando y el proceso de aprendizaje siga su
curso hasta llegar al conocimiento.
El constructivismo educativo propone un
modelo en el que el proceso de aprendizaje se percibe y se lleva a
cabo como un proceso dinámico, participativo e interactivo del
alumno con el medio, de modo que el conocimiento sea una auténtica
construcción operada por la persona que aprende. El alumno no
almacena conocimiento sino que lo va construyendo a través de
diferentes experiencias resultantes de su interacción con el medio.
Piaget, en los años veinte del
siglo XX, formuló una teoría del desarrollo cognitivo basada en un
enfoque global en el que el niño obtiene el conocimiento a través
de muchos canales en interacción con el medio accediendo al
aprendizaje a partir del descubrimiento.
Lo que se pretende en la escuela es
contribuir al desarrollo de los individuos, socializarlos, facilitar
que adquieran conocimientos, valores, que desarrollen su inteligencia
y que lleguen a convertirse en adultos autónomos. De todos estos
asuntos se ocupa Piaget en sus investigaciones ofreciendo una visión
del ser humano como un organismo que, al actuar sobre el medio y
modificarlo, se modifica también a sí mismo. Piaget considera el
desarrollo de la inteligencia y la formación de los conocimientos
(dos procesos para él indisociables) como un producto que se inicia
en la actividad de los seres humanos y en su capacidad de adaptación
al medio. Su explicación acerca de cómo se forman los conocimientos
no coincide con las posiciones tradicionales que se han mantenido a
lo largo de la historia, el empirismo y el innatismo. Para Piaget el
conocimiento no es una copia de la realidad, como plantearía el
empirismo, ni es el despliegue de capacidades que ya posee el ser
humano, como sostendría el innatismo. Es, por el contrario, el
resultado de la interacción entre la dotación inicial con la que
nacen los seres humanos y su actividad transformadora del entorno.
El conocimiento es un proceso de
adaptación que se produce como respuesta a una necesidad: el sujeto
trata de realizar una acción o de encontrar una explicación para lo
que sucede y halla una resistencia en la realidad. Para enfrentarse a
ella modifica sus conocimientos anteriores. Por ello el conocimiento
es un proceso creativo y no de repetición. Se podría pensar que
Piaget concibe al sujeto completamente aislado, pero en realidad,
para él los otros son fundamentales en el progreso del conocimiento.
Contrastar las propias opiniones con las de otras personas es muy
importante en dicho progreso.
La teoría de Piaget surge en un
momento en que se estaban produciendo importantes cambios en el
ámbito de la educación, que se venían gestando desde finales del
siglo XIX. Se estaba produciendo un rechazo a la escuela tradicional,
centrada en la transmisión verbal y que proporcionaba unos
conocimientos poco útiles a los alumnos. Frente a ello, el
movimiento pedagógico proponía una enseñanza más activa, que
partiera de los intereses del alumno y que sirviera para la vida
real. Aparecieron ideas que se originaban en la práctica, pero que
tenían un escaso fundamento teórico y la teoría de Piaget
proporcionó ese fundamento teórico, al explicar cómo se formaban
los conocimientos y el significado psicológico de muchas prácticas
que estaba proponiendo la escuela.
La oposición de Piaget al empirismo
con respecto a la formación de los conocimientos le lleva a sostener
que el conocimiento no puede ser implantado desde fuera y que tiene
que ser construido por el sujeto. La formación del conocimiento no
puede ser explicada únicamente por las influencias exteriores (el
ambiente, la sociedad, la cultura), sino que tiene que ser estudiada
desde el interior del propio sujeto (esta idea también la suscribirá
Lowenfeld). Esta idea obligó a cambiar la perspectiva sobre la
enseñanza a gran parte de los profesores. Lo que estarían haciendo
en realidad no era enseñar, sino procurar las condiciones para que
el alumno aprendiera. Eso suponía un cambio de rumbo para la
comprensión de lo que era el aprendizaje, la formación del
conocimiento y el desarrollo. Piaget mostró cómo las
transformaciones que el sujeto realiza sobre su medio son la fuente
del progreso de conocimiento que da lugar a la creación de
instrumentos intelectuales y a sus representaciones de la realidad.
En el aula, los profesores deberán
plantear retos que los alumnos tendrán que investigar y
experimentar, de manera individual y colaborativa, resolviendo los
problemas y afianzando el aprendizaje. El objetivo del profesor será
favorecer la construcción de estructuras de pensamiento ya que es el
dominio de dichas estructuras lo que permite la comprensión de los
diferentes contenidos y propondrá experiencias o situaciones que
ayuden en el proceso de aprendizaje y descubrimiento autónomo del
alumno. Este planteamiento interesa a la educación artística, ya
que un gran número de investigaciones sobre el dibujo infantil se
han fundamentado en esta teoría del desarrollo cognitivo.
Una crítica a las teorías de Piaget,
sería decir que existe una gran distancia entre una teoría
psicológica, que explica como se forman los conocimientos y la
práctica de la educación (es difícil aplicar estos principios
psicológicos a la práctica escolar). Esto ha llevado a que muchas
de las aplicaciones de sus teorías en la escuela terminen siendo
opuestas al espíritu de sus propias ideas. En los años sesenta se
realizaron una serie de experimentos para llevar a la práctica estas
teorías y determinar el desarrollo intelectual de un individuo, pero
Piaget no concibe la inteligencia como un estado, sino como un
proceso y por lo tanto, no se puede medir.
También se recurrió a la teoría de
Piaget para tratar de determinar los contenidos de la enseñanza (el
currículo) y, basándose en las edades medias que él señala para
la adquisición de un conocimiento, establecer lo que no se puede o
no se debe enseñar. Las edades que él señala son edades medias y
existen muchas variaciones en la adquisición de las nociones, unas
variaciones que dependen del medio y de las circunstancias
individuales. En lo que siempre insistió Piaget no fue en las edades
de adquisición sino en el proceso mediante el cual se adquieren los
conocimientos. Por eso no puede decirse que se aplicaran las ideas de
Piaget cuando simplemente se tenían en cuenta sus indicaciones
respecto a las edades de adquisición. Tampoco se trataba de recurrir
a la descripción de los estadios o etapas de la inteligencia, que es
interesante conocer, pero ocuparse únicamente de los estadios supone
tomar una parte de la teoría como si fuera la totalidad. La
actividad de los sujetos es creativa en cualquier nivel de
desarrollo, ya que nos hacemos preguntas a nosotros mismos y
formulamos hipótesis para responderlas.
En muchas ocasiones, el conflicto
cognitivo se consideró vital para el aprendizaje y si los conflictos
se hallaban en el origen de las soluciones y los profesores debían
colaborar para que los alumnos reelaboraran sus ideas, su papel como
pedagogos era promover su aparición. En muchos casos, se llegó a
creer que el aprendizaje se podía controlar provocando el conflicto.
Con esto, se olvidó que la elaboración de conocimiento supone tanto
momentos de crisis que obligan a la reformulación de ideas, como
fases de estabilidad que ayudan a estabilizar las ideas construidas.
Así, aunque muchos educadores se declararan constructivistas, en la
práctica poco tenían que ver con esta posición, por lo que, en
realidad, la incidencia de sus ideas en las escuelas ha sido muy
limitada y a menudo distorsionada.
Lowenfeld, profesor y
arte-terapeuta, publica sus obras en los años centrales del siglo
XX; obras que marcarán desde entonces el carácter de la educación
artística. Lowenfeld, máximo exponente del movimiento de la
<<autoexpresión creativa>> organizó los procesos
creativos infantiles en fases correspondientes a seis etapas del
desarrollo.
La novedad que introdujo Lowenfeld en
la educación artística fue considerar que lo esencial de esta
disciplina no estaba en los contenidos de la enseñanza sino en la
persona que se estaba formando. Los alumnos debían ser considerados
no tanto como aprendices de dibujo, sino más bien como seres humanos
que tienen que llegar a desarrollarse plenamente como personas:
potenciando su sensibilidad, sus capacidades creativas, sus
posibilidades expresivas y comunicativas, la seguridad en sí mismos
y en su forma personal y única de comprender el mundo, su equilibrio
y pleno desarrollo logrando poner lo mejor de sí mismos en las
tareas que están llevando a cabo.
La educación artística no debía
proponerse que todas las personas aprendieran a hacer arte sino, más
bien al contrario, que a través del arte se aprendiera a ser una
persona. De esta manera, Lowenfeld defiende la propia
capacidad creativa como objetivo central del aprendizaje y de la
actividad escolar.
En mi opinión, existe un paralelismo entre las
teorías de Piaget y las de Lowenfeld, sobre todo en los aspectos
psicológicos que definen la teoría del desarrollo, así como en la
selección de unas etapas o estadios y, sobre todo, en la formulación
de las teorías del aprendizaje ligado al desarrollo. Lowenfeld
defiende la necesidad de respetar el desarrollo natural de los niños
en lo referente a su expresión. Le resta importancia a la disciplina
para dar paso a la libertad creativa y no considera necesario que
exista una planificación y secuenciación curricular de la educación
artística. Lo que hay que hacer es motivar a través de determinadas
pautas y promover un ambiente de libertad y desinhibición
disponiendo los materiales más adecuados según la edad. Las etapas
del desarrollo las considera pautas fijas, en torno a las cuales se
organizarán progresivamente las actividades de enseñanza y
aprendizaje relacionadas con las artes visuales.
Mientras las teorías de Piaget llevan
a un tipo de acción curricular basado fundamentalmente en el
aprendizaje por descubrimiento, Lowenfeld defiende un planteamiento
no dirigido en el desarrollo de la expresión, demasiado libre a mi
entender, ya que no todos los niños ni sus circunstancias ni sus
contextos son iguales y puede que en algunos casos, se haga necesario
establecer pautas por parte del profesor.
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