viernes, 26 de diciembre de 2014

MONTESSORI Y LA PEDAGOGÍA CIENTÍFICA



La obra de María Montessori se inscribe, como ella misma dice e impulsa, en lo que se considera en su tiempo como pedagogía científica. Su formación naturalista explica su concepción de que la educación debe inspirarse en la naturaleza y en las leyes del desarrollo infantil, al margen de los hábitos tradicionales, incluso de la propia tradición, y de toda concepción metafísica.
En su ideología se encuentran aportaciones pedagógicas como el individualismo de Rousseau, la educación sensorial de Pestalozzi o la influencia de Froebel en lo que se refiere a la autoactividad, el valor del juego y a lo relacionado con la creación de hábitos a partir de instintos e impulsos naturales.
Parte de la psicología positivista y asociacionista, basándose su método en la actividad sensorial y las impresiones y en la educación en la autoactividad. Para llevar a cabo su objetivo se nutre de un rico material didáctico, en un ambiente ordenado, para que el niño domine su entorno y aprenda de él (materiales específicos y adaptados al tamaño de los niños, plantas, animales, mapas, aparatos curiosos, música, materiales de dibujo, etc).
Para María Montessori, educar es favorecer el desarrollo, con lo cual la libertad pasa a ocupar un papel primordial. La infancia es algo con necesidades e intereses específicos y la libertad es una condición indispensable para el desarrollo de la vida, es decir, de las manifestaciones espontáneas. Su preocupación educativa se dirige hacia aquellas cosas útiles en nuestra vida y que despiertan nuestro interés.
Dentro de la idea de aprendizaje activo, cree que no puede existir educación que no sea autoeducación; para ello, defiende la creación de un ambiente apropiado para cultivar la atención, la voluntad, la autonomía personal, la inteligencia, la imaginación creativa, la autoestima y la educación moral.
La metodología de Montessori requiere una nueva concepción del educador, que debe enseñar poco, observar mucho y orientar las actividades psíquicas de los niños y su crecimiento psicológico. El papel del profesor se limita a ser un observador que interviene únicamente cuando es necesario a modo de guía y “motivador” en el proceso de aprendizaje.
En mi opinión, la metodología y las ideas de Montessori son perfectamente adecuadas para favorecer el desarrollo intelectual, psicológico y emocional del niño y continúan vigentes hoy en día, aunque podría ser criticable que no se utilicen objetos concretos del mundo real y la complicación de los instrumentos y los procedimientos preadaptados.
También se podría poner en cuestión que la independencia y la libertad de elección de las ocupaciones del niño pueden llevar al aislamiento aunque el método propugne la cooperación para llegar a su socialización.
Por otra parte, la propuesta educativa de M. Montessori se debería revisar teniendo en cuenta las recientes aportaciones científicas. Sin embargo, sería muy provechoso sacar mayor partido de su valiosa aportación, de su filosofía, tan sencilla, tan lógica, tan cargada de humanidad y de su todavía revolucionaria metodología que no ha tenido todo el éxito y reconocimiento que se merece, quizás por el alto coste económico que supone poner en marcha un proyecto de este tipo en la sociedad actual.

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