viernes, 26 de diciembre de 2014

EL MODELO DIDÁCTICO CONSTRUCTIVO O APROXIMATIVO


Se podría decir que el constructivismo no es un método o una técnica, si no un enfoque o una corriente educativa cuyo marco teórico está sostenido por teorías psicológicas definidas por Piaget, Ausubel, Bruner y Vigotsky. Este movimiento aglutina una serie de principios que ayudan a diagnosticar, establecer juicios y tomar decisiones sobre la enseñanza.
Personalmente pienso que la puesta en práctica del modelo constructivista en el aula ofrece una pauta sobre cómo atender al pensamiento de los niños, reconociendo su originalidad y ayudándoles a explicitar sus contradicciones. La metodología constructivista es activa, colaborativa, creativa y respetuosa con los alumnos.
Trabajar en el aula de un modo acorde con las ideas constructivistas supone tener en cuenta algunos aspectos como favorecer la autonomía del niño e incentivar el trabajo en equipo que ayuda a contrastar y coordinar los puntos de vista para avanzar en el conocimiento y crecer en lo moral.
El trabajo en grupo permite la superación del egocentrismo y se encuentra en la base de la autonomía. La labor del profesor es colaborar proporcionando unas condiciones positivas de autonomía en los alumnos. En el trabajo en grupo, la contrastación de ideas favorece tanto a los alumnos menos avanzados que se ven obligados a reformular su punto de vista, como a los más adelantados, que se ven en la necesidad de justificar el suyo.

El centro de la organización de las actividades pedagógicas debe ser el propio alumno. Su capacidad para elaborar un juicio propio y descubrir el porqué de las cosas, ha de ser respetada e incentivada. El alumno debe ser considerado el principal artífice de su propio aprendizaje ya que su acción le permite transformar la realidad en la medida que elabora nuevos significados. El alumno es el protagonista del proceso enseñanza-aprendizaje y a su alrededor gira toda la acción educativa.
Todo aprendizaje nace de la necesidad. El aprendizaje debe realizarse en las condiciones más naturales posibles y debe estar ligado a la solución de problemas de la vida real. Se aprende algo más y mejor cuando se necesita y se desea. De esta manera, el aprendizaje resulta útil y al mismo tiempo placentero.
Los alumnos son sujetos activos con unos conocimientos previos sobre los cuales van a realizar nuevas construcciones. Conocer sus ideas acerca de lo que los profesores quieren enseñar resulta fundamental, puesto que éstas constituyen el punto de partida de nuevos conocimientos.
El error desempeña un importante papel constructivo en el aprendizaje. Avanzar en el conocimiento supone tomar conciencia del error e intentar superarlo.
Los conflictos cognitivos son el motor del desarrollo y del aprendizaje. Su aparición lleva a los alumnos a replantearse los problemas, construir nuevas hipótesis, buscar y contrastar datos, reformular sus ideas y cambiar la manera de explicar los fenómenos.
Los conflictos desencadenan el proceso constructivo, pero por sí solos no lo garantizan. Se deben considerar también el conjunto de actividades destinadas a superarlos.
Existen diversos caminos para responder adecuadamente a un problema y las estrategias de resolución pueden variar de un alumno a otro. El profesor debe tener en cuenta las diferencias y la diversidad.

Según estos criterios, el papel del profesor debe ser el de un facilitador, mediador, moderador, coordinador (y un participante más) que ayuda a los alumnos a descubrir los conocimientos.
Se aleja de la pedagogía tradicional que transmite de forma oral unos conocimientos inmutables para favorecer su reconstrucción por parte de los alumnos. Para ello, sus intervenciones deben ofrecer a los alumnos ejemplos contrarios a sus propias ideas, de tal manera que éstos se vean obligados a revisarlas. El profesor debe plantear situaciones problemáticas para suscitar la actividad del alumno.
Pero, en mi opinión, una de las dificultades o puntos débiles de la práctica educativa constructivista es que la toma de conciencia de los conflictos o problemas no se produce de un modo abrupto e instantáneo, si no de manera reflexiva. Por eso, no hay que creer que un bombardeo de situaciones conflictivas es eficaz, ya que la resolución de estos problemas, solo se vuelve significativa en momentos puntuales de crisis. Conviene, en este sentido, no pensar que se puede controlar el aprendizaje, pues se trata de un proceso inconsciente y su toma de conciencia es progresiva.
La intervención pedagógica debería ser indirecta, pues resulta casi imposible saber cuál es el momento exacto para hacer la pregunta que dispare la actividad constructiva. A mi entender, resulta más interesante que las preguntas las formulen los propios alumnos.
Así, concebir la educación desde esta perspectiva supone el trabajo en grupo, la contrastación de ideas, la coordinación de puntos de vista, la superación de herramientas intelectuales incompletas e insuficientes y la elaboración de otras nuevas que permitan asimilar la complejidad de los contenidos.
Es necesario valorar los conocimientos previos y las herramientas intelectuales de que disponen los alumnos y promover situaciones que les permitan contrastar sus propias ideas con las características de los contenidos que deben aprender. Un alumno activo, crítico, moral e intelectualmente autónomo, que colabora con los otros, es el ideal del modelo constructivista.

Una crítica que se le puede hacer, en mi opinión, al modelo didáctico constructivo, es que aunque contribuye a mejorar la actividad del profesor y del alumno, existen algunos puntos de vista contradictorios en las teorías psicologícas sobre las que se sustenta. En los años setenta, las teorías de Piaget se convirtieron en un paradigma indiscutible y aparecieron multitud de aplicaciones y proyectos que intentaron basarse en su obra. Pero las modas científicas han ido cambiando y Piaget ha pasado a un segundo plano. Se puede decir que está superado y que descuidó problemas esenciales del desarrollo, como los aspectos afectivos o la influencia social. En cambio, para Vigotsky, el medio social constituye un factor determinante para el desarrollo.
La confusión entre estos dos puntos de vista, el de la influencia social y el de lo que sucede en el interior del sujeto, son ideas difíciles de combinar de un modo organizado en la metodología constructivista.

Aun así, personalmente creo que el modelo constructivista y su aplicación práctica en el aula, constituye un método muy útil en la adquisición de conocimientos y contribuye eficazmente al desarrollo cognitivo y moral tanto del alumno que aprende como del profesor que se esfuerza en plantear un aprendizaje creativo induciendo a pensar, a deducir y a razonar al alumno.

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